Fragmento extraído de la “Historia
del Dragones Baseball Club y del Béisbol Uruguayo” de Enrique Arezo Piriz y
Miguel Pereira Rodriguez.
Su iniciación
se remonta al invierno de 1953. Alrededor de esa época, un grupo de muchachos
comenzó a practicar “ese raro deporte del garrote”, en las inmediaciones de la
Facultad de Ingeniería. Para su práctica tenían un robusto palo de limonero,
que acusaba un peso por encima del reglamentario, un largo por debajo del
reglamentario y unas bucólicas nudosidades de las que el reglamento ni siquiera
se ocupa.
No hablamos
de la pelota. Era necesario coserla cada vez que se usaba. Su forma dependía de
su ubicación, en el aire recordaba un huevo de avestruz, en el suelo
podía comparársela con la perspectiva oblicua del cráneo del hombre de Java.
Pero lo más
interesante de todos los implementos era sin lugar a dudas, el guante.
Obsérvese que se habla en singular, pues sólo, se disponía de un guante. Para
su confección se había usado cartones, cuerdas, papeles y trapos, todo…menos
cuero.
No es
necesario recordar las condiciones que podían lograrse con tales implementos.
Los conocimientos técnicos debían ajustarse a los medios que ofrecían las
circunstancias. Pero todo ello no impedía que se realizacen interesantes
prácticas y hasta partidos en esa época heroica del Béisbol. Ello sirve para
recordar, que no son las condiciones técnicas únicamente, las que hay que mejorar
para lograr difundir el deporte, pues éste puede desenvolverse aún en
circunstancias increíbles. Es necesario alentar el entusiasmo, sin el cual, no
hay deporte ni empresa que pueda prosperar.
En ese lugar
y en ese ambiente se practicó durante los veranos que van de 1953 a 1955. En
esa época la enorme mayoría de los que luego formarían el Club, se fueron
separando y se inscribieron en los distintos equipos que en esa época actuaban
en la primera división de la Federación Uruguaya de Béisbol y Softbol. Merece
destacarse que estos años coinciden precisamente con los de mayor entusiasmo en
la preparación del deporte. Puede decirse que el Club fue el último fruto que
produjo el Béisbol en su época de desarrollo.
La separación
de los futuros fundadores del Club, no impidió que continuaran vinculados en la
práctica y que procurasen por todos los medios, desarrollar en común su
actividad deportiva. La misma tenía lugar en el predio demarcado por la
Facultada de Ingeniería y la calle Julio Herrera y Reissig. Allí se daban
cita todas las tardes un grupo de muchachos que se dedicaban con una paciencia
estoica, a mejorar sus conocimientos técnicos. Ese continuo contacto, fue
creando entre ellos una comunidad de intereses y de amistad que formó
paulatinamente la idea de constituir un Club, que reuniese aquellos que las
prácticas de esos tres años habían venido vinculando.
Dicha
aspiración se concretó el Domingo 29 de abril de 1956, en una reunión a
la que fueron convocados diversas personas, y que en definitiva sumaran
ocho. Ni siquiera suficiente para integrar un equipo. Allí se echaron las bases
de un Club de Béisbol, cuyo nombre oficial quedó establecido, después de muchas
votaciones en el siguiente: “Dragones Baseball Club”
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